lunes, 7 de noviembre de 2016

Tu belleza.

Hoy, después de tantos años he descubierto la belleza.
Esa que solo puede tener el mar, el sol y las montañas acogiendo un sinfín de edificios.
Pensé una y otra vez en fotografiarte, pero sería imposible plasmar tal maravilla, pues solo puede ser captada por los ojos. No importa si ya te conocen o no, seguramente los que lo hacen están enamorados de ti y los que aún no, no tardarían mucho en hacerlo desde que pisaran por primera vez tu asfalto.
Caminar por tus calles es como flotar por el cielo, con la diferencia de que no creo que allí haya lugares tan preciosos.
Suaves adoquines rozan la suela de mis zapatillas cuando paseo por tu parte más antigua, observando maravillada la belleza de la Alcazaba.
El paseo solo acaba de comenzar, pues caminando sin mirar atrás me encuentro descalza sobre la tibia arena de tus playas, azules y serenas. Invitándome a zambullirme en el continuo de sus mareas aun cuando en las calles danzan los olores de mantecados y turrones.
Tu belleza va más allá de cualquier comprensión, aun cuando solo puedo observar un inmenso más de plástico.
Y es que eres la parte más bonita de Andalucía,

Almería.

martes, 16 de agosto de 2016

Al final aprendí.

- Al final aprendí. Aprendí que la solución no era vivir sin ti, si no vivir contigo, no a mi lado pero si contigo. Aprendí que la vida consiste en avanzar y al contrario que tú yo decidí hacerlo. Aprendí que no hay mal que por bien no venga, que llorar no sana pero si ayuda, que querer ser fuerte no implica que lo acabes siendo pero aprendí y eso es lo que importa. Aprendí a ser yo, a que eres tú y que no somos nosotros. Aprendí a verte con los ojos de los demás, desde todas las posiciones que me eran posibles y aprendí a no odiarte. Aprendí que después de todas las tormentas siempre llega la calma, que hay que coger las riendas de la vida y que siempre tienes que tener una sonrisa. Aprendí quien iba a estar a mi lado en los momentos duros y quien al contrario prefería alejarse de mí cuando más le necesitaba. Aprendí y aunque a veces duele, al final aprendí.

miércoles, 22 de junio de 2016

Y apareciste tú.

El mundo dejó de girar en torno a mí comenzando a ser tú el punto medio, dejándome incapacitada para caminar. Llegaste con cien mil sonrisas que arrebataste con una sola lágrima.

¿En qué momento dejé a un lado las falsas promesas de amor, los falsos te quiero…? ¿Cuándo dejé de pensar que hay millones de peces en el río como para sufrir por el único que no pudiste pescar?

Comenzaron los verdaderos te quiero, los te amo callados, las promesas de amor dentro de mi interior justo cuando apareciste tú, con el corazón partido, quizá hecho añicos. Como un pájaro con un ala rota buscando desesperado una rama para descansar. Fui tu rama que se convirtió en nido, intentado reparar cada parte de ti, deseando que nunca quisieras volar dejos de mí.

Con falsas esperanzas quise volver a hacerte creer, no en cualquiera, sino en ti. En ti a mi lado. Hubo momentos en los que pensé que era posible, momentos que tú mismo creaste. Con cada palabra, cada mirada, cada sonrisa… Pero al igual que los creaste los derrumbaste, pasando de 1000 a 0 en un simple segundo. Y al final volaste, ni siquiera miraste hacia atrás, total, ya no había mucho que ver. El nido habías destrozado, sólo quedaba aquella rama que encontraste ahora sin vida apenas, sin querer que ningún otro pájaro con o sin alas rotas vuelva a posarse con pensamientos de quedarse.


Ahora miras la vida de otra manera, miras más atrás, y para mejor o para peor eres feliz así. Yo sin embargo miro la vida a través de un vaso de cristal, sentada siempre en la misma parte de la barra del bar, desviando de vez en cuando la mirada hacía la puerta por si alguna vez decidieses entrar para volver a sonreírme, para volver a agarrarme entre tus brazos y repetirme una y otra vez que quieres que te arregle para así volver a ser nido, volver a ser yo y que volvamos a ser nosotros.